Beatriz Galindo en Estocolmo

 Recomendada para luchadoras, comprometidas y soñadoras


¿Se imaginan la potencia de la historia de la primera mujer diplomática española que fue nombrada embajadora en Finlandia y Suecia en 1937? ¿Y si a esto le añadimos la anécdota de que al ir a recibir el traspaso del embajador saliente se encuentra una puerta cerrada que no quiere facilitarle el paso por su condición sexual y por representar al gobierno de la II República? Sería sin duda una excelente obra de teatro. Además, se podrían incluir toques de las historias de algunas de las intelectuales, artistas y pensadoras más importantes del siglo XX, unido a su periplo vital en el exilio tras el triunfo de la dictadura franquista en España. ¿Se puede pedir más? Con todo esto, tendríamos como resultado una ficción apasionante, reivindicativa y entusiasta que engancha al espectador desde el primer minuto. Y, si además todo ello estuviera basado en hechos reales, la fuerza de la propuesta dramática sería inigualable.

Pero, ¿cómo pueden ser hechos reales unos sucesos de los que nadie habla y unos personajes de los que nadie sabe? Si esa historia descrita arriba le hubiera sucedido a un hombre quizá tendríamos canciones, murgas y chirigotas, libros y ensayos, y todo tipo de creaciones culturales alrededor de un tema tan interesante. Entonces, ¿por qué no se conoce esta historia que -oh, sorpresa- fue real?

Parece que la dramaturga Blanca Baltés, la autora de ‘Beatriz Galindo en Estocolmo’, lo tuvo claro al conocer los ingredientes comentados arriba sobre Isabel Oyarzábal, actriz, escritora, periodista y política, que son la base de su propuesta teatral. La vida de esta intelectual, que rompió todos los moldes y prejuicios de su tiempo, tiene muchos más puntos fuertes. Entre otros: fue la primera inspectora (así, en femenino, en la época debía sonar tan raro como ahora nos suena portavoza) de trabajo en España, comprometida con las reivindicaciones feministas y laborales, impartió conferencias por todo el mundo y en 1930 se convirtió en la única mujer de la Comisión Permanente sobre Esclavitud de las Naciones Unidas. En sus artículos periodísticos, firmaba con seudónimo, Beatriz Galindo, en honor a La Latina, que hace un cameo en la obra, y de ahí el título el drama.

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Por si fuera poco, este montaje nos cuenta también la historia de otras muchas mujeres que han pasado desapercibidas a lo largo de la historia del siglo XX, compañeras, amigas y conocidas de Oyarzábal, las llamadas ‘sinsombrero’. Desde Concha Méndez, que en su exilio americano deja más de lado la poesía y descubre la potencia del cine, a Victoria Kent, Victorina Durán o Delhy Tejero, entre muchas otras. Mujeres que tienen en común su coincidencia en el Madrid de los años 20 y 30 del siglo pasado, en el entorno de la intelectualidad de la época, y que han sido completamente ninguneadas por la historia oficial.

El texto de ‘Beatriz Galindo en Estocolmo’ cabalga entre la ingente cantidad de información y asuntos destacables en las vidas de todas estas mujeres de una manera ligera y vivaz. La dirección corre a cargo de Carlos Fernández de Castro quien consigue que todas las protagonistas, historias y detalles narrados mantengan un hilo conductor exquisito y cuidado. La propuesta muestra el agotamiento de esas mujeres cuya maestría, profesionalidad y arte eran tan deslumbrantes como increíble el modo en el que han sido ignoradas. Todo desde el punto de vista de unas personas luchadoras, inteligentes y vitalistas que, pese a tener todo en contra, no pudieron esconder su increible talento.

Gran parte del éxito de este montaje recae en las magníficas interpretaciones desarrolladas por las 5 actrices en escena. Carmen Gutiérrez, Chupi Llorente, Ana Cerdeiriña, Eva Higueras y Gloria Vega se ponen en la piel de diversos personajes combinando el orgullo por los logros alcanzados por estas mujeres con la pesadumbre de quienes se ven totalmente despreciadas. Curioso sentimiento ese de haber aportado y vivido para mejorar un país al que acabas por no importarle. Un sentimiento similar debió experimentar Max Aub cuando visitó España en los sesenta y acabo escribiendo ese diario desesperanzado que es ‘La Gallina Ciega’ acerca de un regreso que nadie esperaba.

Sin embargo, la historia de todas estas mujeres parece que comienza a recuperarse. Y que sin duda era muy reclamada. Muchos son los proyectos culturales (películas, libros, exposiciones…) que están dando voz a la vida de estas admirables mujeres españolas. Es curioso ver el retraso que llevamos en nuestro país a la hora de reconocer los logros de nuestras compatriotas. Para muestra, un botón. En 2011, la editorial granadina Almed publicaba por primera vez las memorias de Isabel de Oyarzábal en España, 70 años después de ser publicadas en Estados Unidos.

Beatriz Galindo es una obra de justicia poética, de justicia social y justicia feminista. Un llamamiento que te reconcilia con la historia, con el género humano y con el orgullo patrio. Una señal más de que algo está empezando a removerse en todo este lodazal patriarcal y machista. Y ahí estaremos para contarlo.

Mi puntuación 4/5

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Estela Cayón