Un enemigo del pueblo (Ágora)

Recomendada para estudiantes de instituto o firmes defensores de la democracia que implican las interesantes votaciones de programas como Gran Hermano 


Esta temporada del Teatro Kamikaze ha comenzado con la versión que Álex Rigola ha realizado de ‘Un enemigo del pueblo’, la obra de Ibsen publicada en 1883. Se trata de una versión muy libre del clásico en el que el doctor protagonista quiere advertir a los habitantes del pueblo en el que vive de que el agua del balneario que es el principal sustento de los habitantes de la zona está contaminada.

Una idea que traída hasta la época actual se escenifica en cualquier pueblo español, no demasiado grande, con sus conexiones familiares, corruptelas, favores, falta de futuro e ilusión y carente de toda utopía. Nao Albet, Israel Elejalde, Irene Escolar, Óscar de la Fuente y Francisco Reyes son los encargados de plantear las preguntas en las que se basa el montaje: ¿es justa la democracia?, ¿estamos dispuestos a acatar lo que decida la mayoría?, ¿es lo que piensa la mayoría lo correcto?, ¿deben las opiniones de los más formados contar más que la de aquellos que no lo están?…

Un enemigo del pueblo 5 (Ágora) - El Pavón Teatro Kamikaze ©Vanessa Rábade.jpg

El elenco es sin duda muy atractivo y es probable que ello incremente las altas expectativas con las que el público se acerca al Pavón, lo que genera cierta decepción en los espectadores al encontrarse con reflexiones tendenciosas y demasiado simplificadoras. La dialéctica establecida es perversa y desilusiona. La literalidad con la que se plantean las cuestiones, así como la superficialidad de las conclusiones, están a la altura de una obra destinada a estudiantes de instituto a los que en la mayoría de las ocasiones se “hace ver” exactamente lo que uno quiere, y no tanto reflexionar y forjarse una opinión propia.

Otra de las decepciones viene de la mano de la supuesta estrategia “revolucionaria y transgresora” del montaje. Muchos han sido los medios de comunicación que nos han bombardeado con la novedosa propuesta que nos íbamos a encontrar en el teatro Pavón Kamikaze.  Sin embargo, lo desarrollado no es más que una maniobra metateatral en la que se incluye al público y que a día de hoy estamos más que acostumbrados a ver. La supuesta osadía de introducir los espectadores en la trama, de darles el poder de continuar o no con el espectáculo o de no distinguir entre personajes e intérpretes son recursos que, además, cumplen una función más estética que dotadora de un sentido al montaje.

No podemos decir que el tema planteado no sea interesante ni susceptivo de reflexión. Con una escenografía nada memorable, la trama puede recordar a los debates recientes sobre la venta de armas a Arabia Saudí y el cuestionamiento de si las opiniones de todos deben tenerse en cuenta, incluidas las de aquellos que dan prioridad a su sustento personal frente a la muerte de otras personas a miles de kilómetros. Los ejemplos son variados, y las reflexiones sobre la democracia, la ética y la moralidad vienen de lejos.

Un enemigo del pueblo 1 (Ágora) - El Pavón Teatro Kamikaze ©Vanessa Rábade

Sin desmerecer la labor realizada por la compañía Kamikaze intentando llevar adelante una empresa tan difícil como poner en marcha un teatro y vivir de ello, ‘Un enemigo del pueblo (Ágora)’ no ha supuesto un gran pistoletazo de salida para esta nueva temporada. Encaja demasiado bien en la habitual popularidad adquirida por este teatro y sus propuestas, alabadas en muchas ocasiones con gran acierto, pero muchas otras receptor de desproporcionadas adulaciones, en detrimento de otros montajes igual o más ricos, interesantes y atrevidos. Quedamos a la espera de ver las nuevas propuestas del curso, que seguro que esconden grandes tesoros. Lo mismo sucede con el director Alex Rigola, que nos tiene acostumbrados a planteamientos de mucho más alcance y que seguro que próximamente nos sorprende con algo más auténtico.

Mi puntuación 2/5

2estrellas

Estela Cayón

Islandia

Recomendada para jóvenes perdidos, entusiastas pro yankee y pesimistas natos


Un joven islandés viaja a Estados Unidos para buscar a su madre. Sabemos que es de Islandia porque así se sugiere en el título, y porque nos cuenta que ha salido de la isla debido a la gran crisis económica vivida en el territorio en 2008 que llevó a la quiebra a los principales bancos y que hizo que miles de ciudadanos abarrotasen las calles en grandes manifestaciones. Este viaje se presenta como el de una ola al centro del tsunami, del país arruinado a la cuna del éxito y la caída más cruel, el camino iniciático de un joven inocente y confiado.

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Islandia, de la dramaturga Lluisa Cunillé y dirigida por Xavier Albertí, ha sido una de las últimas propuestas exhibidas en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional. Tras una escena inicial algo floja, situada en Islandia, y que despista al espectador, la obra remonta según vamos siguiendo al joven por su periplo por Nueva York. El muchacho protagonista, con aires dickensianos, llega a la ciudad de las oportunidades y se enfrenta cara a cara con la cruda realidad. Miseria, estafas y desolación son la verdadera fisonomía de la supuesta tierra del éxito, un camino que discurre en paralelo al del descubrimiento de la edad adulta y de sus desengaños.

Los actores en escena, Joan Anguera, Lurdes Barba, Paula Blanco, Juan Codina, Oriol Genís, Jordi Oriol, Albert Pérez, Albert Prat, Lucía Quintana y Abel Rodríguez, realizan una interpretación correcta, comedida y pausada. Sin embargo, hay algo que no convence al público. Los elementos no están cohesionados, la historia no engancha, y la manera en la que está contada no consigue trasladar un mensaje que a priori parece muy atractivo.

Si hay un aspecto que destaca en este montaje es la escenografía de Max Glaenzel. La recreación de una estación de metro, de una perrera, de Wall Street o de una iglesia, todo ello en el mismo espacio, resulta hipnótica, cinematográfica y adquiere un protagonismo propio. Cuenta mucho más que lo que quizá intenta trasladarnos la historia y el trabajo de los intérpretes. Eso sí, debido a la profundidad y diferentes elementos en escena, dependiendo de la butaca que ocupe el espectador, puede que se pierda muchos de los interesantes detalles del decorado, como pueden ser las pantallas que reflejan irónicamente típicos mensajes motivadores americanos. Esta parte formal sobresale del resto gracias también a la iluminación de Ignasi Camprodon, al vestuario de María Araujo y al sonido de Lucas Ariel Vallejo.

Los que se acerquen por primera vez a un texto de Cunillé con el ánimo de descubrir una de las propuestas de la dramaturga premiada con galardones como los premios de la Crítica de Barcelona al mejor texto en el año 1994 por «Libración», en el año 2000 por «Passatge Gutenberg» y en el año 2008 por «Après moi, le déluge», quizá salen un poco decepcionados. El conjunto flojea en esta ocasión. Pese a que hay escenas potentes que dejan vislumbrar las posibilidades dramáticas, el balance general no resulta tan positivo como se espera.

Mi puntuación 2/5

2estrellas

Estela Cayón

Un idioma propio

 Recomendada para atrevidos, políglotas e intérpretes experimentados


Víctor Velasco presenta en el teatro María Guerrero de Madrid una propuesta teatral que deja indiferente a muchos, reflexivo a otros tantos y entusiasmados a unos pocos. La lectura del programa de mano aclara bastante lo que uno va a presenciar, así que quizá es recomendable no pasarlo por alto. En caso contrario, la sensación de pérdida y desorientación al presenciar la representación de ‘Un idioma propio’, texto de Minke Wang, puede ser aguda.

Pongámonos en situación. Una familia china, oprimida por el régimen comunista, llega a España. Y se convierten en expatriados. Ya no son ni de aquí ni de allí, no se sienten identificados de ningún mundo, y deambulan en el limbo de incomprensión. La importancia del lenguaje para la vida en sí y el sentido de pertenencia u acogida en determinado territorio es vital, y así nos lo muestran los actores y movimientos en escena.

Que nadie se espere una línea narrativa y figurativa de la historia de esta familia. Las metáforas y símbolos componen este espectáculo, y son la base de las interpretaciones de los cinco actores en escena. A la vez, Claudia Faci, vestida de calle y como si fuera una espectadora más, ajena a la obra, va recitando con tono de leyenda frases que están llenas de errores, palabras equivocadas y ciertas “invenciones” que muestran la dificultad de adquirir el lenguaje ajeno, de usarlo y de interiorizarlo como propio. Esa voz, la de Faci, que ya nos introdujo en el lorquiano ambiente de la adaptación que Pablo Messiez hizo recientemente de ‘Bodas de Sangre’, hipnotiza y envuelve la sala, a veces dando claves, otras confundiendo intencionadamente al espectador.

El sexo como motor de un lenguaje universal es quizá otro punto destable de la obra, o esa es una de las posibles interpretaciones de la interesante representación del encuentro que mantienen dos de los personajes. Los cinco intérpretes, Sara Martín, Ji A Yu, Huichi Chiu, Wenjun y Xirou Xiao, tienen una tarea difícil. Su función no está clara y el público confundido les cuestiona veladamente durante toda la representación.

La música juega también un papel fundamental. José Pablo Polo la compone en directo. Ya sea a través del ordenador o con su guitarra, estamos ante otro elemento de comunicación trascendental. El ritmo de la música, del cuerpo, de la respiración y en definitiva de la vida es común y global.

La propuesta, enmarcada en el movimiento verbicovisual (comunicación no-verbal en colaboración con la significación de la palabra), no deja indiferente. Quizá el espectador es el extranjero en esta obra, y por eso se siente tan perdido. No entiende nada, se asusta, empatiza con el expatriado y, de repente, todo cuadra.

Mi puntuación 3/5

Estela Cayón

El concierto de San Ovidio

Recomendada para todos los que se divierten con los chistes fáciles de los programas más burdos de la televisión, o con las tontadas del Whatsapp más despectivas


Una sale de ver ‘El concierto de San Ovidio’ que se representa estos días en el Teatro María Guerrero con la sensación que produce el buen teatro. Con una factura clásica, la versión que Mario Gas ha desarrollado sobre el texto de Buero Vallejo conmueve e inspira a partes iguales. Además, destaca la labor de dinamizador de la profesión de actores que ejerce un medio como el teatral que no da tanta importancia a las caras conocidas, a la juventud y a la belleza. ¿Se imaginan una propuesta similar para televisión? Dudo mucho de la credibilidad de ciertos personajes representados por las caras más populares y jóvenes del panorama televisivo. El teatro, más allá de ciertas producciones que justo intentan explotar el poder mediático de algunos personajes, es el lugar perfecto en el que encontrar lo mejor del arte de la representación.

Volvamos a lo que nos ocupa, ‘El concierto de San Ovidio’ de Buero Vallejo. Resulta que estamos ante uno de los grandes autores teatrales españoles del siglo XX, o al menos de la segunda mitad, y apenas es representado en nuestro país. Dicen por ahí que se debe al celo con el que su familia revisa cualquier adaptación. Sea como fuere, este es quizá el año de la reposición de sus textos y de su puesta en valor. Esta versión de Mario Gas y la que La Joven Compañía está realizando sobre ‘En la fundación’ coinciden en el tiempo en la cartelera madrileña, tras muchos años sin ninguna puesta en escena de obras del autor.

La trama de esta propuesta versa sobre un grupo de ciegos que viven en un hospicio en París en el año 1771 y mendigan para sobrevivir. Un empresario, Valindín, les recluta para que formen una orquesta, la primera orquesta de ciegos, y desarrollen un espectáculo para el público que se acerque a las celebraciones de la fiesta de San Ovidio. Lejos de intenciones de ayuda a la inserción o simplemente compasivas, Valindín lo que quiere es montar un show de mofa y divertimento con unas personas a las que la sociedad de la época tenía completamente marginadas.

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Lo sorprendente es que este espectáculo es acogido con gran interés por el público que, en masa y bajo la euforia de las celebraciones y el alcohol, se mofa de los pobres infelices que no tienen una oportunidad mejor en la vida. Pese a que quizá a día de hoy nos parece que tratar a personas ciegas como carne de exhibición sería imposible, vemos claros ejemplos trasladables a nuestros días en el que ciertas peculiaridades sirven generan “divertidas” burlas o las personas más excéntricas son expuestas en peregrinos programas de altas audiencias para el regocijo de todos.

La marginación y los límites del humor son dos temas que remueven al espectador en esta propuesta por otro lado amable de ver y entrañable. Reírse de un ciego, de un negro, de un gay o de cualquiera a la que esa gente de risa fácil considera “no normal” es sin duda una de las peores muestras de falta de empatía de una persona. La risa en ciertas ocasiones solo sale si uno se posiciona en superioridad moral frente al objeto de la mofa porque, si no, es imposible. Todas las ideas son probablemente susceptibles de ser tratadas con humor, pero humillar a una persona para que las otras rían es simplemente crueldad.

14 actores y actrices forman el elenco de esta producción. José Luis Alcobendas, Lucía Barrado, Jesús Berenguer, Mariana Cordero, Pablo Duque, Nuria García Ruiz, Javivi Gil Valle, José Hervás, Alberto Iglesias, Lander Iglesias, Ricardo Moya, Aleix Peña, Agus Ruiz y Germán Torres desarrollan un trabajo muy cuidado. Sobresalen las interpretaciones de los personajes ciegos, muy logradas. La escenografía también es interesante, con paneles que se mueven y van conformando los diferentes ambientes. El video, por su parte, cuando añade personajes y acción a la propia historia queda un poco impostado, aunque se entiende la necesidad en una obra que ya tiene más de una docena de actores en plantilla.

‘El concierto de San Ovidio’ no solo habla de la marginación, sino que también reflexiona acerca de la lucha de clases y la justicia. Además, muchos ven implícita una crítica velada a la dictadura franquista (momento en el que fue escrita) en la metáfora de los ciegos protagonistas. La versión de algo más de dos horas que podemos ver en el Teatro María Guerrero hasta el 20 de mayo es una estupenda oportunidad de acercarse a la obra de uno de los dramaturgos españoles más interesantes, el autor de la conocida ‘Historia de una escalera’ y premio Cervantes en 1986.

Mi puntuación 4/5

4estrellas

Estela Cayón

 

Consentimiento

Recomendada para amantes del buen teatro, abogados desalmados y para aquellos a los que la rutina les ha incapacitado para sentir empatía hacia el resto del mundo


‘Consentimiento’ es sin duda uno de los montajes de la temporada. Este texto de la británica Nina Raine está siendo representado en las últimas semanas en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional en Madrid en una magnífica versión y dirección de Magï Mira. Sus dos puntos fuertes son la temática tratada (además de la excelente estructura del contenido), que remueve y cuestiona a cualquier tipo de espectador, y las espléndidas actuaciones desarrolladas por los siete actores en escena. Una auténtica experiencia teatral que mezcla el drama con el humor y la representación realista con las metáforas visuales, la danza y la música.

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Consentimiento nos plantea una trama doble. Por un lado, tenemos el juicio de un caso de violación en el que se dirime si hubo o no consentimiento por parte de la víctima. En esta parte se abren muchas preguntas, y no se ofrecen respuestas. El espectador puede reflexionar especialmente sobre qué es la justicia, la importancia de la presunción de inocencia, así como atender a las habituales dificultades que se plantean a la hora de denunciar una violación, en especial, a la falta de credibilidad que se suele otorgar a la denunciante. El consentimiento en una violación se diluye entre miles de tecnicismos y vericuetos legales que atacan a la víctima y la encierran en un difícil laberinto en el que la verdad poco importa.

En el otro lado, tenemos la historia de 6 amigos, tres abogados, un fiscal, una actriz y una editora, cuyas relaciones se tambalean con el paso del tiempo. La violación de la confianza es aquí el tema central, tanto dentro de las dos parejas que aparecen en escena, como entre amigos. El desgaste de las relaciones largas o la aparición de engaños e infidelidades plantean de nuevo una disertación alrededor del consentimiento dentro de los núcleos familiares de cada uno. Todo ello, redondeado por recurrentes referencias a la actual vida estresada en la que las prisas, los relojes, las alarmas, el tráfico, los desplazamientos diarios y la incapacidad para pensar y reposar nos convierten en autómatas psicóticos cuyas vidas hieren a los que nos rodean, además de a nosotros mismos.

Como os adelanté al inicio, el papel de los actores en escena es fundamental en esta obra. Todos ellos se meten en la piel de unos personajes poliédricos y contradictorios, que van mostrando todas las vertientes de sí mismos, desde las más enternecedoras hasta las más repulsivas. Destacan las interpretaciones de Jesús Noguero, Candela Peña y Nieve de Medina, especialmente en los momentos más dramáticos. Sin desmerecer los excelentes trabajos de David Llorente, María Morales, Pere Ponce y Clara Sanchís, que sacan adelante de manera excelente unos personajes sin altibajos. Podemos decir que tanto la elección del elenco como su trabajo interpretativo son magníficos.

La escenografía de Curt Allen Wilmer merece también sus elogios y junto a la iluminación de José Manuel Guerra, la música y ambiente sonoro de Bruno Tambascio y la coreografía de Toni Espinosa componen un todo con una potencia teatral espléndida.  Todos estos elementos, tienen una importancia especial en las transiciones entre escenas, que no solo funcionan como mero hilo conductor sino que aportan nuevos discursos en la obra.

En resumen, estamos ante una pieza con muchos y variados elementos que se intercalan y complementan de manera excelente para deleitarnos con lo mejor del teatro. Es por ello que cabe destacar la labor desarrollada por Magüi Mira como directora de esta extensa orquesta. Si tenemos que ponerle un fallo es quizá la duración, 2 horas y 45 minutos de función, donde es probable que con algún recorte se hubiera redondeado aun más la propuesta. En cualquier caso, si tienen ocasión no pueden perderse ‘Consentimiento’, en el Centro Dramático Nacional hasta el 29 de abril. Les encantará.

Mi puntuación 4/5

4estrellas

Estela Cayón

 

 

Cronología de las bestias

Recomendada para mentirosos y encrubridores, y para aquellos que los sufren


Todas las señales parecían buenas. Una de las obras de la temporada, decían muchos. Reconocidos y solventes actores, texto y dirección de una reconocida promesa, un tema potente y una gran campaña de marketing. Los elementos estaban dispuestos para que el talente del publico fuera totalmente favorable hacia ‘Cronología de las bestias’, la obra que actualmente se encuentra en cartel en el Teatro Español en Madrid.

foto para cartel Carmen

Entonces, ¿qué ha podido fallar? ¿por qué el público sale totalmente decepcionado de la sala? Las respuestas son múltiples y variadas, e iremos desgranándolas a continuación. ‘Cronología de las bestias’, escrita y dirigida por el argentino Lautaro Perotti -actor, director y dramaturgo aclamado por su labor interpretativa en Tebas Land-, cuenta la historia de una familia cuyo hijo ha desaparecido hace 11 años. Tras este tiempo, todos se enfrentan al rencuentro con el desaparecido, lo que tambalea los cimientos del núcleo familiar y saca a la luz mentiras y problemas pasados. A medio camino entre el análisis de los lazos familiares y también de los secretos y mezquindades que se encuentran en el seno de cada hogar, el público se pierde en una historia cuyo motor puede ser bien interesante, pero que no se encuentra afianzada en un núcleo solvente. Con un tono de thriller y toques de humor, solo resisten la primera y la última parte de este montaje a la prueba de fuego de la puesta en escena.

Las interpretaciones no están mal. Sin duda, Carmen Machi y Pilar Castro, que se ponen en la piel de dos hermanas, son las reinas de las escenas. No es el mejor papel de Machi, pero lo salva con sus sobradas tablas, y Castro desarrolla un personaje con una gran evolución a lo largo de la historia que resulta muy atractivo. Santi Marín (el primo), Patrick Criado (el hijo), y Jorge Kent (el cura) flojean durante la hora y quince minuntos de representación e incluso, en el caso del cura, ni siquiera se entiende por qué aparece en escena, qué aporta ni cómo ha llegado a ser tan prescindible.

La escenografía no sabemos si está mal planteada en sí misma o si su uso no es el adecuado. Es atractiva y bonita. La casa que representa transmite muy bien el aislamiento en el que viven las personas que deciden desarrollar sus vidas en grandes viviendas en el campo. Y también sugiere el gran número de secretos inconfesables que tanto la familia como el hogar esconden. Sin embargo, genera también gran confusión a la ya enmarañada historia. Y el sonido, con ínfulas de suspense, resulta a ratos incluso cómico, desde luego desconcertante y no para bien. El vestuario es quizá uno de los puntos más fuertes, junto a la estructura en flashbacks que intentar aportar interés y enigma a una historia totalmente predecible.

Cronología de las bestias podría resumirse como una buena idea que no ha sido desarrollada con solvencia dramatúrgica y que para disimular esta carencia está enmarañada con múltiples elementos que en lugar de conseguir reflotar la obra completan su hundimiento. Estaremos atentas a nuevas propuestas de Perotti, un tropiezo lo tiene cualquiera.

Mi puntuación 2/5

2estrellas

Estela Cayón