Consentimiento

Recomendada para amantes del buen teatro, abogados desalmados y para aquellos a los que la rutina les ha incapacitado para sentir empatía hacia el resto del mundo


‘Consentimiento’ es sin duda uno de los montajes de la temporada. Este texto de la británica Nina Raine está siendo representado en las últimas semanas en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional en Madrid en una magnífica versión y dirección de Magï Mira. Sus dos puntos fuertes son la temática tratada (además de la excelente estructura del contenido), que remueve y cuestiona a cualquier tipo de espectador, y las espléndidas actuaciones desarrolladas por los siete actores en escena. Una auténtica experiencia teatral que mezcla el drama con el humor y la representación realista con las metáforas visuales, la danza y la música.

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Consentimiento nos plantea una trama doble. Por un lado, tenemos el juicio de un caso de violación en el que se dirime si hubo o no consentimiento por parte de la víctima. En esta parte se abren muchas preguntas, y no se ofrecen respuestas. El espectador puede reflexionar especialmente sobre qué es la justicia, la importancia de la presunción de inocencia, así como atender a las habituales dificultades que se plantean a la hora de denunciar una violación, en especial, a la falta de credibilidad que se suele otorgar a la denunciante. El consentimiento en una violación se diluye entre miles de tecnicismos y vericuetos legales que atacan a la víctima y la encierran en un difícil laberinto en el que la verdad poco importa.

En el otro lado, tenemos la historia de 6 amigos, tres abogados, un fiscal, una actriz y una editora, cuyas relaciones se tambalean con el paso del tiempo. La violación de la confianza es aquí el tema central, tanto dentro de las dos parejas que aparecen en escena, como entre amigos. El desgaste de las relaciones largas o la aparición de engaños e infidelidades plantean de nuevo una disertación alrededor del consentimiento dentro de los núcleos familiares de cada uno. Todo ello, redondeado por recurrentes referencias a la actual vida estresada en la que las prisas, los relojes, las alarmas, el tráfico, los desplazamientos diarios y la incapacidad para pensar y reposar nos convierten en autómatas psicóticos cuyas vidas hieren a los que nos rodean, además de a nosotros mismos.

Como os adelanté al inicio, el papel de los actores en escena es fundamental en esta obra. Todos ellos se meten en la piel de unos personajes poliédricos y contradictorios, que van mostrando todas las vertientes de sí mismos, desde las más enternecedoras hasta las más repulsivas. Destacan las interpretaciones de Jesús Noguero, Candela Peña y Nieve de Medina, especialmente en los momentos más dramáticos. Sin desmerecer los excelentes trabajos de David Llorente, María Morales, Pere Ponce y Clara Sanchís, que sacan adelante de manera excelente unos personajes sin altibajos. Podemos decir que tanto la elección del elenco como su trabajo interpretativo son magníficos.

La escenografía de Curt Allen Wilmer merece también sus elogios y junto a la iluminación de José Manuel Guerra, la música y ambiente sonoro de Bruno Tambascio y la coreografía de Toni Espinosa componen un todo con una potencia teatral espléndida.  Todos estos elementos, tienen una importancia especial en las transiciones entre escenas, que no solo funcionan como mero hilo conductor sino que aportan nuevos discursos en la obra.

En resumen, estamos ante una pieza con muchos y variados elementos que se intercalan y complementan de manera excelente para deleitarnos con lo mejor del teatro. Es por ello que cabe destacar la labor desarrollada por Magüi Mira como directora de esta extensa orquesta. Si tenemos que ponerle un fallo es quizá la duración, 2 horas y 45 minutos de función, donde es probable que con algún recorte se hubiera redondeado aun más la propuesta. En cualquier caso, si tienen ocasión no pueden perderse ‘Consentimiento’, en el Centro Dramático Nacional hasta el 29 de abril. Les encantará.

Mi puntuación 4/5

4estrellas

Estela Cayón

 

 

Una habitación propia

Recomendada para todos aquellos y aquellas que enarbolan frases tan molestas como “yo no soy feminista ni machista”, “a mi las que no me gustan son las feminazis” o “el acoso callejero son simples piropos”. Por algún lado hay que empezar.


La versión teatral de ‘Una habitación propia’ de Virginia Woolf que ha realizado María Ruiz es todo un acierto. Tras pasar por el Teatro Pavón Kamikaze y por El Español, durante las últimas semanas pudimos disfrutarla en el Teatro Galileo, al cual volverá en junio tras su incontestable éxito. El texto, que dispone de absoluta vigencia, y la interpretación de Clara Sanchís en la piel y la voz de Woolf, han conectado tanto con el público que no han dejado de llenar la sala durante sus representaciones. Es probable que también se vislumbre una época en la que mucha más gente abrace el feminismo con seguridad y alegría, y que ese pueda ser el motivo por el que esta y otras manifestaciones culturales que reflexionan al respecto se estén ganando muchos adeptos.

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‘Una habitación propia’ es el ensayo que Virginia Woolf escribió en 1929 en forma de discurso ante una supuesta audiencia que observa la evolución del pensamiento de la escritora, sus fabulaciones y devenires ante el encargo de que realice un análisis sobre el tema: Las mujeres y la literatura. La adaptación de María Ruiz conserva toda la esencia del texto, quienes lo hayan leído van identificando todas sus partes de manera literal, dotándole de la fuerza de la palabra dicha, que sin duda perfecciona su capacidad motivadora. De esto último, es Sanchís la gran responsable. La actriz, en la piel de la escritora, realiza un trabajo interpretativo magnífico, con un texto nada fácil que consigue hacer suyo. También sus gestos y movimientos acompañan excelentemente el devenir de la historia. Así como los momentos en los que toca el piano, que sirven como pequeñas pausas que condensan las emociones de la protagonista.

Desde la ignorancia y desaparición completa del papel de muchas mujeres en el transcurso de la historia, pasando por la negación a que dispongan de su vida y su voluntad bien por falta de recursos que se le niegan o por la reducción de su papel vital, hasta los machismos cotidianos a los que hoy todavía nos enfrentamos, observamos este montaje como un revulsivo que apunta hacia el público y lo hace levantarse de sus butacas. Para aplaudir a la actriz por su buen trabajo, sí, pero también para mostrar que son muchas y muchos los que están trabajando en un cambio que esperemos se logre no demasiado tarde.

«Es extraño: la historia de la oposición masculina a la emancipación de las mujeres quizá sea más reveladora que la propia historia de la emancipación». Virginia Woolf

Mi puntuación 4/5

4estrellas

Estela Cayón